viernes, 20 de diciembre de 2013


ENTREVISTA A ALEJANDRO TOLEDO


Estoy con Alejandro Toledo. Es,  ante todo, una persona que no ha dejado nunca, como dice él,  de estudiar. Él ha sido  profesor y sigue siéndolo para otros, aunque no sea de manera oficialista. Él tiene una larga vida de experiencia  en el campo educativo. Quiero entrar en algunos de los recovecos de su existencia. Algo también podré aprender yo  y,  por extensión, los que puedan leer esta entrevista.

P.- ¿En qué ha trabajado desde que, supuestamente, terminó sus estudios?

R.-   Nunca he terminado los estudios, pues siempre me ha gustado estar al día en lo que concierne a mi trabajo, que siempre ha sido el dedicarme a la educación. Cuando terminé Magisterio, empecé a dar clase. Paré unos años para continuar otra carrera en la universidad. Luego seguí dando clase y desempeñando cargos en el sistema educativo, mientras iba compaginando con  otros estudios universitarios. También los veranos los usaba para realizar especializaciones en cursos universitarios de verano.

P.- ¿ Ha hecho algo de lo que esté  sinceramente orgulloso?

R.-  Es de difícil respuesta esta pregunta, pues me siento orgulloso de casi todo. Digo "casi todo" para recalcar  que siempre cometemos errores. El sentirme libre  y vocacionado en la Educación ha llenado de orgullo mis actuaciones. Además, prefiero, ante la duda, ver la botella medio llena en lugar de medio vacía. A este concepto hay que sumar que, si en la educación no crees con optimismo en lo que estás haciendo, tu vida puede llevarte a un fracaso personal. Por eso  el “sursum corda” (arriba los corazones) habría que ponerlo en letras muy grandes, grandísimas, en las mesas de los educadores y en las salas de los profesores.

P.- Si tuviera que retroceder en el tiempo, ¿en qué año se quedaría?

R.-  Como profesor de Historia que he sido durante muchos años, he aprendido que la Historia  ayuda a pensar sobre el ser humano pero no a volver  para atrás. Los datos pasados son datos y nada más. Lo que siempre debemos plantearnos no es resolver hipotéticamente el pasado; es adecuar el presente y plantearnos el futuro. Yo me quedaría con el futuro año dos mil  y..... (pon los números que quieras) La educación no ha de vivir del pasado. Se aprende de él pero se prepara para años que posiblemente el educador no viva. Por eso, es más importante la formación que la información. La información es fácil adquirirla pero la formación es otro cantar.

P.-  ¿Cómo era su juventud cuando era estudiante?

R.-  El ser humano no cambia mucho. Éramos muy parecidos en lo esencial: divertirse, estudiar (los que tuvimos el privilegio), tener amigos,  luchar por ser algo en la vida, etc. Las circunstancias eran otras. Pero eran circunstancias muy cambiantes. Íbamos mucho al cine y teatro, pues no había tanta televisión. Tomábamos muchos apuntes a mano en las bibliotecas, pues no había internet. Jugábamos más en la calle, no había tanto tráfico. No se iba tanto a discotecas, pues las fiestas eran en casa de los amigos y amigas por turno. Se hacían muchas actividades grupales y salidas al campo. También, en mi caso, teníamos tiempo para favorecer a otros en ayudarles a estudiar o dar catequesis y organizar grupos formativos, etc. Se hacía mucho deporte activo,  sin tantos medios como ahora  y no sólo para verlo como hacen muchos ahora.

P.-  ¿Al haber viajado tanto por España y por Europa, qué es lo que más le ha llamado la atención?

R. Me han llamado la atención muchas cosas, pero son anecdóticas  ante la gran verdad de que el ser humano tiene los mismos problemas allí donde haya puesto el nido, al igual que idénticas soluciones. Las diferencias son nimias. Lo triste es que en ocasiones nos agarramos a esas leves diferencias para excluir al otro. Pero sí me ha llamado la atención que nunca me he sentido abandonado ni extraño en ninguno de mis viajes. Siempre ha habido seres humanos que me han sacado del atolladero, como aquella señora que se prestó a sacarme los billetes en el metro de Londres porque se daba cuenta de que yo era un inútil; o la de aquella señorita que me prestó una manta porque tiritaba de frío por la noche en un viaje en  la cubierta de un barco; o la de aquel hombre que se brindó a darnos de comer, de lo que él tenía, al habernos perdido por la montaña. Lo que más me ha llamado la atención es que los seres humanos son maravillosos, al menos una gran parte. También me ha llamado la atención que siempre he encontrado a personas que tienen referencias tuyas, te han conocido o conocen a quien te pueda conocer, tanto en España como en otros países.

P.- ¿Cuáles son las ocupaciones ahora?

R.- Seguir estudiando, investigando y escribiendo. Además, participo en asociaciones y actividades de ayuda a los demás. Ahora mismo estoy a punto de publicar un libro. Posiblemente a finales de diciembre se pueda leer. Estoy trabajando en otros dos al tiempo: uno sobre cuentos y otro sobre  la historia de la monarquía española vista desde las relaciones amorosas y  la influencia de éstas en el poder. También ayudo más en casa.

P.- ¿Cuáles son sus hobbies?

R.-  El mejor entretenimiento (palabra ésta que me gusta más que la inglesa) es el que me humanice más o pueda sacarle partido para el desarrollo integral de la persona. Me gusta estar en familia, hablar y salir con los amigos, hacer chapuzas  y resolver lo que éstas me plantean, salir al campo, escuchar y vivir la música, leer,  viajar, ver cine, escribir  y hacer teatro, aunque ésta la he abandonado un poco. También me encuentro a gusto  al entrar en una iglesia y pasar un buen rato en meditación y oración.

P.- ¿El por qué   de la dedicación a la enseñanza?

R.-  Ya desde pequeño aprendí de mis profesores a dar lo que se tenía. Mis padres y abuela materna me encargaban de cuidar, enseñar a leer  y entretener a niños y niñas más pequeños que yo, cuando estaba de vacaciones en el pueblo. Además, el enseñar    es algo natural al ser humano. Debemos de ser referentes para los que nos seguirán en esta vida. Hay muchos tipos y formas  de enseñanza, pero la más importante es la de la vida. Esta razón fue la que  me convenció al verla en mis educadores, que fueron maravillosos y convincentes, así como en la familia. Para mí, resultó lo mismo profesión que vocación.

María Toledo Touriño,

3ºA

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