DARTE CUENTA DE TODO
¿Te has sentido alguna vez tan sumamente rara que te has mirado al espejo y te has notado distinta? ¿Como si fueras otra persona? Yo, sí. Y, en ese momento, piensas el porqué has cambiado tanto. Te das cuenta que no ha merecido la pena hacerlo, que antes eras esa chica maja, simpática, siempre alegre, optimista, positiva... y, ahora, cada dos por tres, estás triste, llorando por cada esquina, te infravaloras, cada día te ves peor, te ves gorda, fea... y piensas: "¿Por qué me he convertido en algo que no quiero ser?
En ese momento te das cuenta de que ha sido por personas que no merecen ni una sola lágrima, ni una cara triste. Esas personas que no se merecen nada, porque en ese momento en el que más ayuda has necesitado, te han dejado sola, se han olvidado de que existías. Por esas cosas te demuestran que no se merecen nada por tu parte...
Es más, es mejor que sonrías (por mucho que te cueste) y con eso les demuestres que ellos para ti son menos de lo que tú significas para ellos. Porque en el momento en que te vean mal (sea o no por su culpa), ellos se crecerán, se creerán más importantes que nadie, cuando en realidad no son nadie.
Sé que siempre me he propuesto muchas cosas y que luego ni siquiera he intentado hacerlas; pero, desde ahora, me he dado cuenta de que no pierdo nada por intentarlo y de que voy a hacer todo lo que me proponga, me salga bien o mal, sin pensar en el qué dirán o en lo que dejarán de decir... Porque nada ni nadie se merece que pierdas la sonrisa ni que cambies, ni mucho menos, que dejes de ser quien eres. Las cosas son como son y muchas no se pueden cambiar.
Y al igual que me he dado cuenta de que he cambiado, también me he dado cuenta de que cada vez que pienso en esa persona, sonrío; de que cada vez que me dicen que ha hablado de mí, me sonrojo; de que veo sus fotos y me pongo celosa, por mucho que, por el momento, no seamos nada. Y todo esto después de sufrir desengaños amorosos y acabar llorando como una estúpida.
Un día decidí que Cupido no llamaría a mi puerta nunca más; pero aquel día, leí una frase: "No te niegues al amor". ¿Cómo puede ser que una frase me llegara a tocar tanto y me abriera tanto los ojos? Pero también tengo miedo a volver a enamorarme y a equivorcarme. Por eso, le rompí todas las flechas a Cupido; todas menos una. Sólo dejé esa flecha para él, la persona perfecta; esa persona que me valora, me respeta, me acepta tal como soy.
Muchas veces estás cabreada, sin ganas de nada, más rara de lo normal y, a la mínima que te hacen, les saltas. Una persona me ha dicho una frase que, sin querer o queriendo, me ha llegado: "Vida sólo hay una y hay que vivirla bien". Desde ese momento mi chip parece que ha dado una vuelta de 180º y me ha hecho comprender que es verdad. Que ante los problemas que se tengan y que son causa para llorar, mires el lado bueno, aunque algunas veces pienses que no lo tiene. Es difícil verlo, lo sé. Pero, tal vez, esa dificultad que tenemos para verlo nos abra los ojos para que veamos realmente lo que tenemos a nuestro alrededor; para que cuando una persona nos diga: "Te quiero", lo valoremos como se merece, ya que puede ser la primera y la última vez que lo haga.
Hoy también, al darle un consejo a un amigo, me he dado cuenta de que los amigos te demuestran lo que son: muchos no merecen la pena; otros son verdaderos, que son los que siempre, pase lo que pase, van a estar ahí cuando tú se lo digas o no, cuando sonrías y cuando llores. Y que otros 'amigos' que te hacen llorar no se merecen estar a tu lado.
Cada uno tiene que ser quien realmente es y quiere ser, por mucho que te quieran fastidiar. Piensa que no hay mayor desprecio que el no dar aprecio.
EVA DEL SAZ
3º A