sábado, 15 de junio de 2013

ASÍ ES NUESTRO JARDÍN


I.- Sí, Mario

Mario es un chico aparentemente normal, de ciudad, estudioso, familiar... Podríamos pasar horas describiéndolo con buenas cualidades; pero falta una: relacionarse.

Mario no es capaz de ir a un campamento o excursión, por poner un ejemplo, porque le aterroriza el hecho de tener que hablar con desconocidos. Creo que es el típico chaval que le puedes describir como majo, pero se queda ahí; no pasas a decirle: Oye, ¿quedamos?

Cuando vino la primera vez a mi consulta, pensé que todo esto tenía como causa la adolescencia, los chicos, el no aceptarse tal y como es. Pero cuando estás hablando con él un rato, te encuentras con un chico educado y con personalidad, con el que puedes hablar prácticamente de todo. No me imaginaba que pudiera ser así, hablando con una persona mayor. El problema aparece cuando se encuentra ante un chaval de su edad.

¿Cómo será Mario en su entorno? ¿Realmente no tiene amigos como él dice? Lo voy a descubrir. Tengo un plan.


II.- Ejército de Inteligencia

El último día de clase es uno de los pocos días en el que el 100% de los alumnos no hace absolutamente nada. Justo el momento ideal para poder cazarlo y ver cómo se mueve.

El día anterior voy a la tienda para adquirir mi propio material de espía, como un auténtico profesional. Al terminar, me dirijo a casa y es cuando me doy cuenta de que me parezco a un soldado del Ejército de Inteligencia; he comprado tres cámaras, guantes, ropa oscura de camuflaje, unas buenas botas y un pasamontañas para ocultar mi cara.

-- ¡Vale, Dani, -me dije a mí mismo-. Amas tu trabajo; por eso eres el mejor psicólogo de Madrid.

No paro de repetírmelo una y otra vez.

Una vez en el colegio, el problemas más destacado es desactivar la alarma. Suerte que la ventana del cuarto de las limpiadoras estaba abierta y pude entrar sin problemas. Me costó bastante encontrar la habitación donde están los dispositivos de alarma. Sólo en eso tardé casi una hora y media, porque tenía que estar cerca del suelo para que los detectores no me notasen.

Desde la habitación llamé a Rodrigo, mi amigo informático, y le mandé una foto de la carcasa de la alarma, con el número de fabricación. En apenas diez minutos, me llega un mensaje con el código de desactivación. Y, sin dudarlo, lo introduzco.

-- ¡Hay que ver, Rodrigo! ¡Eres un máquina! -dije yo mismo en voz alta.

Ahora, mi siguiente paso es poner las tres cámaras. Puse una en el pasillo y dos en la clase de Mario. Simplemente, para tener más ángulo. A los pocos segundos de instalarlas, salgo como una liebre de allí.


III.- Hormonados libres

Al llegar a casa, lo primero que hago es tirar la ropa para evitar sospechas. Después llamo a Rodrigo para darle las gracias por lo del código de la alarma.

Por la noche, estoy en el sillón pensando en Mario. Es un chaval que me preocupa mucho, porque veo en él como una barrera que  no me deja entrar en él y, además, me estoy involucrando mucho en su caso. Mejor me voy a dormir. Estoy muy cansado.

Hoy es el último día de clase para todos los adolescentes hormonados de España. Mientras ellos están de fiesta, incluso con ganas  de ir a clase, yo estoy en la consulta mordiéndome las uñas por los nervios.

A las 8,30 h, los pasillos del colegio se inundan de pavas y pavos, y en diez escasos minutos la clase de Mario ya está completa.

Aparentemente, no hay nada extraño. Al parecer, la profesora les está explicando algo sobre las células. Será la profesora de Biología. Pero, de repente, Mario se levanta mientras la profesora está escribiendo un esquema en la pizarra y le coloca en su silla algo que no soy capaz de ver bien. Tras posicionarlo en la silla, vuelve rápido a su pupitre y, al poco tiempo, la profesora se sienta. Imediatamente ella da un destacado salto, con unos gritos y un gesto agudo de dolor.

-- ¿Qué pasa? -me pregunté.

¡Mi Mario le acaba de poner una chincheta a la profesora. Ésta lo ha mandado al pasillo y él se le acaba de encarar.


IV.- Los espejos nos son reales

No entiendo nada de lo que está pasando. Me he involucrado y preocupado por Mario y ahora me encuentro con todo esto.

A las 11,30 h, decido ir al colegio para que me den explicaciones de este comportamiento de mi paciente Mario. La profesora de Biología y la tutora me comentan que Mario siempre ha sido así. 

-- Él nunca aprueba, digamos..., casi ninguna; por no decir claramente que ninguna. Pero aquí está, en 4º de la ESO -me comenta la profesora en un tono de 'es el pan de cada día'.

También me comenta que el padre de Mario es un importante ministro, y que utiliza su  estatus contra el colegio. No le pueden enviar ni una sola carta sobre la mala conducta de su hijo porque amenaza con empapelar al colegio.

Yo estoy en blanco. Sus padres me traen al chaval para ayudarle a relacionarse y resulta que su hijo es el que tiene aterrorizados a sus compañeros.

Está claro que quien tiene el poder es el que lleva los controles del barco. Pero eso va a cambiar.


DANIEL DE LA PLAZA CARRALERO
3º B


lunes, 10 de junio de 2013

EL ASESINATO


Voy a escribir sobre ese hombre del tercero que no ves nunca y no lo conoces; que parece un trabajador como otro cualquiera; pero puede ser ese que mira a través de la ventana...; ese que cree en cosas inexistentes y que te observa cada vez que pasas. El psicópata en sí.

Pero la cuestión es que alguien pasa del bien al mal, de la cordura a la locura. ¿En qué momento de nuestra vida decidimos a dónde  vamos? Si miramos atrás, veremos cosas que en su día nos parecieron extrañas. La pregunta es: ¿En este mundo en el que todo cambia, el hombre evolucionará y llegará la tan esperada paz; o el hombre seguirá como siempre asesinando?

En cualquier momento de nuestra vida podemos hacer las mayores atrocidades aunque no lo creamos: ese profesor, aquel médico, esa madre con tres hijos, o tú mismo. Al fin y al cabo, la sociedad es la que reprime.

Evolucionamos; pero tal vez hacia un mañana de amarguras y problemas sociales. Nuestra obligación es hacer todo lo posible para evitarlo o estamos perdidos.
Guillermo Candel Pérez
3º B

viernes, 7 de junio de 2013

TIEMPO AL TIEMPO


Hacía ya dos inviernos fríos y largos que se fue, dejando un triste dolor, una llaga en el corazón, un recuerdo en nuestra mente que nunca se podrá olvidar...

Pero dos inviernos ya han pasado y ahora empieza una nueva primavera, un nuevo verano lleno de alegría, ilusiones y esperanzas.

Alegría de saber que hay otra flor en camino; ilusión de imaginarnos pequeños pasos; esperanza de creer que todo saldrá esta vez perfecto.

Felicidad rebosa su cara a la que los rayos del sol ilumina cada mañana, cada hora, cada instante, cada momento.

Sólo nos queda la espera de ver llegar esa flor que aún sigue en capullo, que aún está por formar.
María Belinchón
3ºB
ORGULLO


Orgullo. Esa palabra me da escalofrío sólo con oírla.

La sensación que produce cuando penetra en las emociones... Aparta a un lado la humildad, la sinceridad, la sencillez...

Hace que le perdamos el miedo, presentándose en nuestra mente, en nuestro rencor, en nuestra furia y, donde más, en nuestra relación.

Relación amistosa; orgullo de enfadarse a veces hasta contigo mismo porque no sabes qué hacer.

Relación sentimental; enfadarse mutuamente, y muchas de las veces el orgullo es quien sigue con la batalla derrotando el afecto hacia esa persona.

¿Hasta qué punto puede ocupar tanto en nuestra mente ese sentimiento? 
María Belinchón
3ºB




Tus rubios cabellos
como cadenas de oro
que junto a tus ojos
embelesan mi corazón.

Tus gráciles caderas
tienen un ritmo especial
que hipnotizan mis ojos.

Tu sonrisa siempre alegre
me ayuda a escapar de la oscuridad
de esta cruel sociedad
llena de mentiras y engaños.
Gracias a ti, esa oscuridad desaparece,
la crueldad se transforma en bondad
y las mentiras en dulces palabras.

Tu dulce figura
con forma celestial
me hace sentir cual niño pequeño
en los brazos de su madre.
Pensar en ti me ayuda
a superar cualquier adversidad.

Tus rojizas mejillas
junto a tu pálida tez
crean la armonía perfecta para tu ser.

Nos imagino juntos
en un lugar apartado
donde me puedas dar una cosa:
un beso de tu dulce boca.


Jesús Peña Ortega
3ºA

SALVEMOS LA NAVIDAD

¡Y por fin había llegado el 24 de diciembre por la mañana! Era un día muy navideño en la ciudad de Boston. Holie corría hacia el parque, ya que había quedado con sus amigas Ibi y Emy y, cuando por fin llegó, las vio muy enfadadas.
-- Siento el retraso -dijo Holie sofocada.
-- Si siempre llegas tarde -murmuró Emy por lo bajo.
-- Bueno, ¿vamos a ver la ciudad? -preguntó Ibi. Las demás asintieron. Fueron al centro a ver tiendas, escaparates, luces y demás cosas.
De repente escucharon unos niños cantar:
--¡Busquemos a Santa Claus!, ¡busquemos a Santa Claus! -decían un grupo de chicos con jaulas y una niña con redes en la mano. Pudieron deducir que tendrían unos cinco años. De repente Holie los paró.
-- ¡Alto! -gritó.
-- ¿Hermana? -dijo aquella niña.
-- Moly, ¿qué estás haciendo? -preguntó Holie.
-- Por si no te has dado cuenta, buscamos a Santa Claus mis amigos y yo; este año lo conseguiremos -dijo Moly.
-- ¿Eh? ¡Increíble que aún creáis en esas tonterías; sois unos críos -dijo Holie.
-- Verás, cuando descubramos a Santa Claus le diré que no te traiga ningún regalo -dijo Moly, y salió corriendo con sus amigos cantando.
-- Holie, no deberías decirle eso a Moly - le dijo Emy.
-- Sí, no le quites la ilusión -dijo Ibi.
-- Pero ¿de qué parte están? - pregunto Holie desanimada.
                                                                          *  *   *
Estuvieron toda la tarde mirando escaparates y, cuando llegó la hora de cerrar todas las tiendas, Holie y sus amigas se dirigieron a sus casa. Por el camino se cruzaron con un hombre muy viejo  que llevaba mucha ropa y dio la casualidad de que se le cayó una libreta roja. La cogieron y Holie leyó:
-- ¿Regalos? 
Todas se quedaron extrañadas e Ibi le preguntó al anciano:
-- Disculpe, ¿esto es suyo?
- El hombre lo miró y contestó:
-- ¿Eh? Sí. Muchas gracias, niña -dijo el anciano.  Y cuando la cogió, perdió el equilibrio y comenzó a toser. Todas le ayudaron a levantarse
-- ¡Qué pena que se ponga enfermo en Navidad! -dijo Emy.
-- Me parece que este año no podré entregar los regalos a todos esos niños -dijo aquel hombre.
-- ¿¡Qué!? -gritaron.
-- Niñas, necesito vuestra ayuda. ¡Tienen que salvar la Navidad!-les dijo ese hombre.
-- ¿Salvar la Navidad?  -preguntó Ibi.
-- Pero ¿quién es usted? -preguntó Holie.
-- Chicas, soy Santa Claus y estoy muy enfermo -dijo tosiendo.
-- ¡¡¡¡¡SANTA CLAUS!!!!!! -gritaron las niñas.
-- Necesito que este año lleven los regalos a todos esos niños -dijo Santa Claus.
-- Pero... - se quejó Ibi.  Santa Claus le cortó y dijo:
-- Vayan a cenar con sus familias y no digan nada de esto. Cuando terminen, les espero aquí -les dijo Santa.
-- Claro - contestaron firmemente. 
Las chicas regresaron a sus casas para cenar. Holie llegó y cenó con su familia, pero Moly estaba triste y tenía cara de preocupada. Entoncés, Holie llamó a su hermana y subieron a su cuarto. Allí le contó todo lo ocurrido sobre Santa.
-- ¿¿¡¡Cómo!!?? ¿¿¡¡Conociste a Santa Claus!!?? -se extrañó Moly.
-- Así es. Y eso no es todo: esta noche le ayudaremos a repartir todos los regalos -dijo Holie. Su hermana se tiró hacia ella y comenzó a decirle:
-- Hermanita, déjame ir contigo,¡¡porfa!!, ¡¡porfa!! - gritaba Moly.
-- ¡Y tú crees que esa es la mejor forma de pedírmelo! -gritó su hermana enfadada.
-- Por favor, Holie. Yo quería ver este año a Santa Claus para decirle algo muy importante -le confesó Moly algo triste.
-- Está bien, pero te tendrás que quedar despierta toda la noche -le dijo Holie.
-- ¡Sí! -gritó de alegría Moly.
   *    *    *
   Pero a las 23:00 h de la noche Moly roncaba.
-- Moly...-dijo Holie. 
Y como no despertaba se fue a donde le dijo Santa Claus. Cuando llegó, se encontró con Ibi, Emy y Santa, pero éste ya no llevaba un abrigo sino un traje rojo.
-- Muy bien, mis aprendices; así ireis mejor. -Y sacando de su bolsillo una campana, la agitó y les puso unos trajes iguales al de Santa Claus.
-- ¡AHHH!,¡increíble! -gritó Emy.
-- ¡Es magia!! -gritó Ibi.
-- Bien, y ahora... -volvió a tocar la campana y apareció un trineo con renos. Todas estaban muy alucinadas.
-- Bien, ahora subid. Vamos a por los regalos -aclaró Santa.
-- ¿A por los regalos? -repitió Holie.
-- Sí, a la ciudad de los Santa Claus -dijo subiendo al trineo. Después se subieron las demás y el trineo comenzó a volar. 
Empezó a surcar el oscuro cielo y las nubes, hasta que llegó a una gigantesca nube donde se encontraba un enorme árbol en ella. Era la ciudad de los Santa Claus. Bajaron del trineo y pasaron dentro del árbol. Su interior era como el de una ciudad. Al entrar, se encontraron con millones de Santa Claus ayudantes.
--Bien, aquí están los juguetes, Holie -le dijo Santa-. Tú los empaquetarás -añadió.
-- Sí -contestó Holie seriamente.
-- Ibi, tú se los pasarás a Emy para que ella los meta en los sacos -le ordenó. 
Y todas se pusieron a trabajar. Cuando acabaron, estaban muy cansadas y Santa les dijo:
-- Por favor, ahora id a entregar cada regalo a un niño -les pidió Santa.
-- Está bien -contestaron, y se dividieron todas. Después de muchas horas repartiendo regalos, a Holie le quedaba sólo uno.
-- Ésta es la última casa -dijo-. Sí, es la mía. Este regalo es el de Moly.
Se extrañó entrando en la habitación de su hermana. Moly roncaba como un oso.
-- Santa... -murmuraba Moly entre sueños. Holie miró a su hermana fijamente y sintió pena por ella. En ese momento Santa, Emy e Ibi aparecieron por la ventana en el trineo.
-- Vámonos ya, Holie -le dijo Ibi.
-- Bueno..., Santa, ¿podría ver usted a mi hermana Moly? -le preguntó Holie.
-¿Eh?. Es que no me dejan tener contacto con los niños pequeños - dijo Santa preocupado.
-- Por favor, se lo ruego, Santa Claus. Moly tenía muchas ganas de verle. Si hace falta, sacrificaré mi regalo de Navidad -dijo Holie muy segura.
-- Nosotras también haremos lo mismo -dijo Emy.
-- Sí -contestó Ibi.
-- Queridas niñas..., veré qué puedo hacer - concluyó. Y sacando su campana y agitándola, desapareció.
Mientrás,  Moly soñaba que buscaba a Santa Claus cantando:
-- ¡Busquemos a Santa Claus! ¡Busquemos a Santa Claus! 
En ese momento apareció Santa enfrente de ella.
-- ¡Es Santa Claus! -gritó Moly.
-- Hola, pequeña. ¿Has sido buena este año? -le preguntó Santa. Moly corrió hacia él y lo abrazó.
-HOW, HOW, HOW- se rio.
-- Santa, tenía tantas ganas de verte... Necesitaba decirte algo muy importante -aclaró Moly contenta.
-- ¿Y qué es? -preguntó Santa.
-- ¡MUCHAS GRACIAS POR TODOS LOS REGALOS DE CADA AÑO! -gritó Moly contenta.
-- De nada, pequeña -le contestó. Ella lo volvió a abrazar.
                                                  *    *    *
Santa apareció de nuevo y les dijo:
-- Ya hice lo que me pidieron -les contestó Santa contento. Ellas sonrieron.
-- Tomad, son vuestros regalos -dijo Santa-. Es un agradecimiento.
-- Muchas gracias -dijeron. En ese momento comenzó a nevar.
-- ¡Mirad, está nevando! -dijo Emy.
-- Éstas serán las mejores Navidades -aclaró Ibi.
-- Sí, tendremos unas blancas Navidades -dijo Holie.

Laura de la Batisda Casero
3ºA