I.- Sí, Mario
Mario es un chico aparentemente normal, de ciudad, estudioso, familiar... Podríamos pasar horas describiéndolo con buenas cualidades; pero falta una: relacionarse.
Mario no es capaz de ir a un campamento o excursión, por poner un ejemplo, porque le aterroriza el hecho de tener que hablar con desconocidos. Creo que es el típico chaval que le puedes describir como majo, pero se queda ahí; no pasas a decirle: Oye, ¿quedamos?
Cuando vino la primera vez a mi consulta, pensé que todo esto tenía como causa la adolescencia, los chicos, el no aceptarse tal y como es. Pero cuando estás hablando con él un rato, te encuentras con un chico educado y con personalidad, con el que puedes hablar prácticamente de todo. No me imaginaba que pudiera ser así, hablando con una persona mayor. El problema aparece cuando se encuentra ante un chaval de su edad.
¿Cómo será Mario en su entorno? ¿Realmente no tiene amigos como él dice? Lo voy a descubrir. Tengo un plan.
II.- Ejército de Inteligencia
El último día de clase es uno de los pocos días en el que el 100% de los alumnos no hace absolutamente nada. Justo el momento ideal para poder cazarlo y ver cómo se mueve.
El día anterior voy a la tienda para adquirir mi propio material de espía, como un auténtico profesional. Al terminar, me dirijo a casa y es cuando me doy cuenta de que me parezco a un soldado del Ejército de Inteligencia; he comprado tres cámaras, guantes, ropa oscura de camuflaje, unas buenas botas y un pasamontañas para ocultar mi cara.
-- ¡Vale, Dani, -me dije a mí mismo-. Amas tu trabajo; por eso eres el mejor psicólogo de Madrid.
No paro de repetírmelo una y otra vez.
Una vez en el colegio, el problemas más destacado es desactivar la alarma. Suerte que la ventana del cuarto de las limpiadoras estaba abierta y pude entrar sin problemas. Me costó bastante encontrar la habitación donde están los dispositivos de alarma. Sólo en eso tardé casi una hora y media, porque tenía que estar cerca del suelo para que los detectores no me notasen.
Desde la habitación llamé a Rodrigo, mi amigo informático, y le mandé una foto de la carcasa de la alarma, con el número de fabricación. En apenas diez minutos, me llega un mensaje con el código de desactivación. Y, sin dudarlo, lo introduzco.
-- ¡Hay que ver, Rodrigo! ¡Eres un máquina! -dije yo mismo en voz alta.
Ahora, mi siguiente paso es poner las tres cámaras. Puse una en el pasillo y dos en la clase de Mario. Simplemente, para tener más ángulo. A los pocos segundos de instalarlas, salgo como una liebre de allí.
III.- Hormonados libres
Al llegar a casa, lo primero que hago es tirar la ropa para evitar sospechas. Después llamo a Rodrigo para darle las gracias por lo del código de la alarma.
Por la noche, estoy en el sillón pensando en Mario. Es un chaval que me preocupa mucho, porque veo en él como una barrera que no me deja entrar en él y, además, me estoy involucrando mucho en su caso. Mejor me voy a dormir. Estoy muy cansado.
Hoy es el último día de clase para todos los adolescentes hormonados de España. Mientras ellos están de fiesta, incluso con ganas de ir a clase, yo estoy en la consulta mordiéndome las uñas por los nervios.
A las 8,30 h, los pasillos del colegio se inundan de pavas y pavos, y en diez escasos minutos la clase de Mario ya está completa.
Aparentemente, no hay nada extraño. Al parecer, la profesora les está explicando algo sobre las células. Será la profesora de Biología. Pero, de repente, Mario se levanta mientras la profesora está escribiendo un esquema en la pizarra y le coloca en su silla algo que no soy capaz de ver bien. Tras posicionarlo en la silla, vuelve rápido a su pupitre y, al poco tiempo, la profesora se sienta. Imediatamente ella da un destacado salto, con unos gritos y un gesto agudo de dolor.
-- ¿Qué pasa? -me pregunté.
¡Mi Mario le acaba de poner una chincheta a la profesora. Ésta lo ha mandado al pasillo y él se le acaba de encarar.
IV.- Los espejos nos son reales
No entiendo nada de lo que está pasando. Me he involucrado y preocupado por Mario y ahora me encuentro con todo esto.
A las 11,30 h, decido ir al colegio para que me den explicaciones de este comportamiento de mi paciente Mario. La profesora de Biología y la tutora me comentan que Mario siempre ha sido así.
-- Él nunca aprueba, digamos..., casi ninguna; por no decir claramente que ninguna. Pero aquí está, en 4º de la ESO -me comenta la profesora en un tono de 'es el pan de cada día'.
También me comenta que el padre de Mario es un importante ministro, y que utiliza su estatus contra el colegio. No le pueden enviar ni una sola carta sobre la mala conducta de su hijo porque amenaza con empapelar al colegio.
Yo estoy en blanco. Sus padres me traen al chaval para ayudarle a relacionarse y resulta que su hijo es el que tiene aterrorizados a sus compañeros.
Está claro que quien tiene el poder es el que lleva los controles del barco. Pero eso va a cambiar.
DANIEL DE LA PLAZA CARRALERO
3º B